El domingo pasado, 25 de agosto, me animo a terminar el reconocimiento de la excursión que he programado para noviembre con Ardillas.
Vuelvo a ir sólo. El no saber hasta última hora cuándo tendré el día libre y las pocas ganas que tiene la gente de andar con este calor, me obligan una vez más, a la soledad, que no tomo como un castigo sino, muchas veces, como una auténtica liberación.
Empiezo en Casa Segura, donde se juntan las carreteras CV-465 y CV-475. El sitio es despejado y el lugar ocupado por la antigua carretera es magnífico para aparcar, así que allí dejo el coche, calo la gorra y empiezo el andar.
Al principio este tramo es repetición de todo lo andado en este GR: pinos, viñas, secano, amplios caminos, etc., para entendernos: bastante aburrimiento y poca montaña. pero al poco paso por una zona curiosa. Son unas antiguas salinas, donde desecaban el agua, no dulce, de algunos pozos de la zona y que ahora se han recuperado. O mejor dicho se han adecentado, pues sigue sin funcionar, pero han hecho un mini aparacamiento, han limpiado la zona, y han instalado un panel explicativo y un par de bancos. Es decir lo suficiente para que el concejal de turno, y quizá el alcalde e incluso alguien más, se hayan hecho la foto con la que pretenden rascar algunos votos.
Ando otro tramo, más pinos y más vides alternándose, y llego a la carretera CV-465 y al atravesarla me encuentro con una cañada real, ancha y bien conservada, pero sin ningún tipo de vegetación, ni árboles ni nada, a ambos lados con lo cual el calor se empieza anotar en demasía (son las 10 de la mañana y estamos a 32 grados)
Cuando ya empiezo a estar aburrido de tanta cañada el GR la abandona, dejándose caer hacia la izquierda y, enseguida, ya veo, al fondo, las casas de Caudete de la Fuentes.
Pero, aparte de descender muchos metros aún hay que salvar un par de obstáculos. El primero, las vías del AVE Valencia- Madrid, se consigue por un puente nuevo que hay junto a los último pinos del recorrido, el segundo, la autovia A-3, cruzándola por debajo a través de un paso, tipo alcantarilla, limpio y facilmente accesible, pero donde los muy altos, o los que vayan en bicicleta, seguro van a tener problemas para no darse con la cabeza en el techo.

Luego ya es un paseito para llegar a la primeras casas y descendiendo fuertemente por la primera calle que piso cruzar el canal y encontrarme con la antigua N-III, en la que se ha instalado un mercadillo dominguero, y donde, teoricamente, doy la marcha por terminada.
Y digo teoricamente pues, ¡que remedio!, no tengo más opción que dar la vuelta (eso sí, después de almorzar) y recorrerme nuevamente los trece kilómetros en sentido inverso para llegar a donde tengo el coche. Y ahí si que termino de verdad. A casita.
Paz, salud y buen sendero