

Poco hay que contar, el trayecto es corto, casi llano, y totalmente asfaltado, así que se trata de un pequeño paseo sin más. Como voy sólo me dedico a pensar en todas esas cosas en las que nunca hay tiempo de detenerse en el día a día.
El único cambio es que, a mitad de recorrido, más o menos, el paisaje cambia y los naranjos, que hasta ese momento habían aparecido tan sólo esporádicamente, se hacen dueños absolutos de ambos márgenes del camino, que, como todos

Bueno, y eso es todo. Al llegar a Manuel busco la estación y un cómodo y limpio cercanías me devuelve a La Pobla Llarga donde, nuevamente cambiado (no me ha dado tiempo ni a sudar) y recogido el coche, puedo seguir atendiendo a mi trabajo.
Paz, salud y buen sendero
Imágenes: La salida de La Pobla Llarga, los naranjos se hacen dueños del paisaje y la iglesia parroquial de Manuel
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