Es domingo, 21 de agosto, y no hay compañía para la salida de hoy, así que voy sólo y,
al no ser la ruta circular, me tocará hacer la mitad de lo previsto y luego volver por el mismo camino hasta donde he dejado el coche.

Es una de las desventajas que tiene el andar sólo, pero tembién hay muchas ventajas entre las que destaco el poder ir exactamente a la velocidad que en cada momento estimo oportuna y que el obligatorio silencio, por no tener con quien hablar, te permite sumergirte más, a través de sus sonidos, en el paisaje que se recorre.


Llego, pues, de nuevo al pueblo y reviso el poste que me indujo a error. El poste está bien clavado y las flechas, en efecto, marcan la dirección equivocada ¿qué sucede?; para averiguarlo me meto entre zarzales hasta alcanzar el poste que se mantiene rígido e inamovible, pero, ¡sorpresa! basta apoyarse en las flechas para que estas giren libremente.
¿Ha sido un gracioso? ¿un malintencionado de esos que creeen que el senderismo es el origen de todos sus males?, bueno, puestos a pensar bien, supongamos que ha sido simplemente una ráfaga de viento más fuerte de lo normal. Recoloco las flechas, que ahora sí, señalan las direcciones correctas y me voy, definitivamente, por el lugar no equivocado.
El camino de hoy es, todo él, un reflejo de lo que es el conjunto de este GR. Alternancia de pinadas con campos cultivados o zonas de secano improductivo, caminos anchos, carreteros, ausencia casi total de sendas y la presencia, en cualquier momento, de tramos asfaltados.
En un pequeño paseo, de poco más de 4 kilómetros entro en Casas del Rey que es una aldea aún más pequeña que la inicial. Así que la cruzo rapidamente y me meto en la rambla del Saltador, uno de los pocos lugares de umbría que encontraré en todo el día. Luego lo de siempre, ribazos de almendros y vides, muchas vides, hasta que, en otros 4 kilómetros alcanzo Venta del Moro.
Esto es otra cosa. Pueblo grande, y con un par de parques bien cuidados, aprovecho para dar un par de vueltas por sus calles y visitar el calvario.
Y otra vez al camino, que las horas van pasando, así que voy a tener que abandonar pronto, pues me esperan en casa a mesa puesta. Salgo por el cementerio, que da una gran sensación de abandono, y, salvando un par de señales no muy bien colocadas, me meto, ¡por fin!, en monte de verdad, con una pequeña subida, y luego una bajada, más fuerte, por senda estrecha e incómoda por la gran cantidad de pinocha acumulada en las rocas del suelo.
Bueno, el espejismo ha durado apenas un kilómetro y vuelvo a un amplio camino rural y por él hasta Casa Segura, junto al cruce de la carreteras CV 465 y CV 475. Llevo 8 kilómetros, que tengo
que desandar (otros 8) y a los que hay que añadir los 3 del error inicial. Así que 19 kilómetros son lo suficiente para que me sienta satisfecho por hoy.

Un tentempie al pasar por El Portón y rumbo a casa donde la ducha y la comida me esperan.
Esto de hoy es parte de la marcha que programaré en noviembre para Ardillas, pero sólo he hecho una parte, por lo que tendré que venir otro día a completarla desde Casa Segura a Caudete de las Fuentes.
Paz, salud y buen sendero para todos.
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